Esta ambulancia holandesa concede últimos deseos.

La fundación Ambulance Wish se lleva a los enfermos terminales inmóviles con ellos en un viaje final a su elección.

Ambulance Wish

A menudo las ambulancias son desplegadas para llevar a las personas al hospital. Con la fundación Ambulance Wish es al revés; esta fundación recoge a los enfermos terminales del hospital concederles un último deseo.

Tener un deseo final, y que pueda ser concedido al final de la vida puede hacer muy feliz a la gente. Como dice su fundador, Kees Veldboer: "La gente está a menudo muy nerviosa e inquieta antes de salir, pero después de su viaje están más tranquilos y fuertes."

A veces el viaje dura un par de horas, a veces todo el día. Está guiado por profesionales médicos: todos ellos son voluntarios.

La organización cuenta con unos 270 voluntarios; enfermeras, chóferes, médicos y enfermeras de icare circulan en seis ambulancias adaptadas por toda Europa para satisfacer sus deseos.

Ambulancias especiales equipadas

Ir de paseo con las ambulancias asegura que la gente pueda alejarse del ambiente de donde están enfermos. Un nuevo o viejo ambiente de confianza donde puedan disfrutar de su día sin cuidad con sus amigos y familiares. Un último y agradable día. No sólo para los pacientes, sino también para sus familias.

Los viajes pueden incluir cualquier cosa, desde asistir a una boda, un funeral o un partido de fútbol, hasta visitar a un pariente, volver a la antigua casa, ir a la playa o incluso a un parque temático.

Sea lo que sea, las ambulancias especiales equipadas lo hacen posible.

El fundador Kees ha diseñado las ambulancias para que sean adecuen a todas las situaciones. A diferencia de otras ambulancias, tienen ventanas en los lados para que se pueda ver el exterior. Las camillas están adaptadas para ser finalmente cómodas, pero aún así vienen con un kit médico completo.

EL origen de la fundación Ambulance Wish

Kees era taxista, pero no estaba contento con su profesión. Sin embargo, cuando su jefe lanzó el primer servicio de taxis en los Países bajos para personas en silla de ruedas, el interés de Kees se despertó inmediatamente.

Quería trabajar con una ambulancia y le preguntó a la compañía qué se necesitaba para ello. Además de una licencia de conducción de camiones, también necesitaba una licencia médica. Debido a que tenía una familia que mantener, no le era posible volver a la escuela y estudiar medicina. Durante más de 12 años condujo un camión. Cuando se enteró de que las directrices para los conductores de ambulancia habían cambiado y que sólo se requería un certificado de primeros auxilios, logró terminar el curso y obtener su certificado en tres días.

Un día en 2006, el trabajo se volvió tan silencioso que Kees y sus compañeros de trabajo tuvieron que llamar para ver si se eran requeridos en algún lugar. Sus jefes respondieron que podían ir a buscar a un paciente para llevarlo a otro hospital. Lo recogieron y como no tenían prisa, preguntaron si había algún lugar al que quisiera ir o que quisiera ver. El paciente resultó ser un viejo marinero y quería ver el puerto por última vez. Con un par de llamas telefónicas más, consiguieron que el enfermo terminal subiera a un barco por última vez y la concesión de su deseo hizo que Kees se sintiera tan increíblemente feliz que decidió crear un fundación. Apenas medio año después, la fundación Ambulance Wish era una realidad.