TODAS SON HISTORIAS INCREÍBLES.
Hay muchas mujeres que luchan en el mundo de forma anónima.
No se las conoce pero pelean cada día por mejorar la vida de otras mujeres y por los derechos humanos de las personas. ¡Mira el video abajo!
Omaima Hoshan, Siria
Según alerta Unicef, las cifras de matrimonios infantiles en los campos de refugiados de Jordania han crecido considerablemente durante los últimos años. Actualmente, un 32% de las niñas refugiadas en este país están casadas. Omaima, de 15 años, vive desde hace tiempo en el campamento jordano de Zaatari, el segundo más grande del mundo, ya que tuvo que abandonar su país huyendo de la violencia del conflicto sirio.
Después de ver con impotencia cómo su mejor amiga se casaba con 14 años por obligación de sus padres, Omaima Hoshan decidió intentar evitar que una historia así se volviera a repetir en el campo de refugiados donde vive.

Theresa Kachindamoto, Malawi
Una encuesta de las naciones unidas que data de 2012 informa que más de la mitad de las chicas de Malawi se casaban antes de los 18 años para llevar dinero a su familia, ubicando el país entre los que tienen la tasa de matrimonios precoces más elevada del mundo. La tasa de matrimonio precoz era muy elevada sobre todo en las zonas rurales donde ciertas chicas padecían igualmente rituales de iniciación sexual.
Theresa Kachindamoto militó para que la prohibición del matrimonio precoz estuviese reglado en el código civil. En 2015, Malawi hizó aprovar una ley que prohíbe el matrimonio antes de los 18 años.

Balkissa Chaibou, Nigeria
A los 12 años esta joven nigeriana tenía muy claro que quería perseguir su sueño de estudiar medicina. Sin embargo, sus padres tenían otro futuro muy diferente planeado para ella: obligarla a casarse con su primo. Chaibou se rebeló y decidió luchar por sus derechos, convirtiéndose en una de las pocas mujeres en Nigeria que han conseguido escapar de las garras del matrimonio forzado.

Rita, India
Su agresor quería desfigurarla para que se avergonzara de sí misma y se ocultase en las sombras sin vida pública. Sin vida. Pero acabó haciendo todo lo contrario junto con otras mujeres luchadoras.
Decidieron que las cicatrices vitalicias del ácido no les impedirían ser tal como eran. Por eso se hacen llamar luchadoras, no víctimas.
Ahora trabaja en un café con otras cinco mujeres son su mismo problema.
