
Tras varias décadas de protección y vigilancia, la tortuga verde, en peligro de extinción, está regresando al atolón de Aldabra, en las Seychelles. Ahora aparecen más de 15.000 puestas anuales, frente a las 3.000 de los años 60.
El número de tortugas verdes en peligro de extinción se multiplica por seis en las Seychelles
Un nuevo estudio demuestra que, tras medio siglo de protección, el número de tortugas verdes no ha hecho más que aumentar en el atolón de Aldabra, en las Seychelles. El estudio, publicado en Endangered Species Research, revela que el número anual de nidos de tortuga verde pasó de 2.000 a 3.000 a finales de la década de 1960 a más de 15.000 a finales de la década de 2010, es decir, se multiplicó por seis.


Un motivo de esperanza para la población de tortuga más grande del mundo
Las tortugas verdes, el único herbívoro y uno de los mayores entre las tortugas marinas, anidan en más de 80 países y viven en zonas costeras de todo el mundo. Sus poblaciones han sufrido un drástico descenso históricamente como resultado de la explotación humana por su grasa, carne y huevos. En la actualidad, la población mundial de esta especie en peligro de extinción sigue disminuyendo.
Pero en Aldabra, que alberga una de las mayores poblaciones de tortugas verdes del mundo, hay motivos para la esperanza. La población de este atolón de coral aún tiene mucho espacio para crecer, dijo a Popular Science el autor principal, Adam Pritchard, de la Universidad de Exeter.
Basándose en el número de nidadas, calcula que en la actualidad hay entre 3.000 y 5.000 hembras de tortuga verde anidando en Aldabra. Sin embargo, los registros de principios de la década de 1900 muestran que se permitía sacar hasta 12.000 tortugas de Aldabra cada año, dice, lo que sugiere que la población que anidaba entonces era aún mayor.
"El hecho de que ahora estemos en torno a las 3.000 o 5.000 tortugas, que es mucho más de lo que había en la década de 1960, implica que hay potencial para que esta población se duplique, se triplique… ni siquiera estamos seguros", dice Pritchard. "Esto podría ser sólo el comienzo. Es sorprendente que, tras un crecimiento más lento al principio, se haya producido esta auténtica explosión en los últimos años."
Fuente: PopularScience


Datos a largo plazo son cruciales, el trabajo de conservación no da resultados instantáneos
El éxito de la conservación de las tortugas verdes en Aldabra es un testimonio de la importancia de la protección a largo plazo. Las tortugas parecen haberse beneficiado no sólo de la prohibición de la caza en 1968, sino también de la designación de Aldabra como Patrimonio de la UNESCO en 1982. Situado en el océano Índico frente a África oriental, Aldabra es un atolón de coral que forma parte de las Seychelles, un archipiélago de 115 islas. La lejanía e inaccesibilidad de Aldabra ha permitido que permanezca prácticamente intacta por el ser humano durante la mayor parte de su existencia.
"Podría haber ido por otro camino tan fácilmente si la gente hubiera tomado alguna otra decisión de no proteger Aldabra", dice la coautora Cheryl Sánchez, de la Fundación de las Islas Seychelles (SIF). "Eso habría sido todo, si no fuera por la previsión de la gente y estos increíbles líderes seychellenses que están orgullosos de sus recursos naturales y quieren protegerlos".
Lo que es igualmente importante es la dedicación y la paciencia necesarias para mantener la vigilancia a largo plazo. Para una especie como la tortuga verde, que tarda al menos entre 20 y 50 años en alcanzar la madurez sexual y reproducirse, los datos a largo plazo son cruciales, ya que el trabajo de conservación no mostrará resultados instantáneos. Si no fuera por los cientos de personas que reunieron décadas de datos en las más de 50 playas de Aldabra, habría sido difícil seguir los progresos realizados en la conservación de las tortugas, afirma Pritchard.
Fuente: PopularScience


Hay mucho que aprender de Aldabra
Tras percatarse de que la tortuga de Aldabra dejaría de existir si no se hacía nada, el gobierno de las Seychelles tomó la decisión de prohibir la caza de tortugas en 1968 y empezar a proteger la especie en peligro. En lugar de matar una tortuga para vender las partes de su cuerpo, el país podía ahora utilizar la especie para atraer el turismo, una fuente de beneficios mucho más sostenible y de bajo impacto.
El equipo anual de menos de 20 personas que trabaja en Aldabra no sólo vigila a las tortugas marinas, sino también a las tortugas gigantes, las fragatas y las precipitaciones, entre otros. Sánchez, que ha contribuido al trabajo de la SIF en Aldabra, destaca la cantidad de esfuerzo que supone el proceso de recogida de datos.
El pequeño equipo visita los lugares de todo el enorme atolón en barco, mientras navega entre mareas extremas y mal tiempo. El hecho de que la gente haya mantenido este programa de seguimiento durante tanto tiempo es asombroso, dice Sánchez, y sirve de ejemplo para lo que se puede hacer en otros lugares si se puede hacer en un entorno tan duro como Aldabra.
También hay mucho que aprender de Aldabra en cuanto a cómo restaurar con éxito una población de tortugas. La restauración de la tortuga verde de Aldabra no es la única victoria de la especie en los últimos años. Se han registrado recuperaciones similares en EE.UU., Costa Rica y la isla de Ascensión, por nombrar algunas. Y en cada uno de estos casos, un mensaje común suena claro: si protegemos las playas, las tortugas pueden encargarse del resto. Se recuperarán.
Fuente: PopularScience

Adopta una tortuga con WWF
Dona a WWF para apoyar el trabajo de conservación global y enviar un certificado opcional por correo electrónico con la temática de las Tortugas Verdes a su destinatario. Hay una serie de opciones diferentes, kits de adopción, certificados de regalo y golosinas relacionadas con las Tortugas para elegir.